La vieja Europa guarda secretos que vamos desgranando poco a poco, lugares donde parece que el tiempo se ha detenido contando con un paisaje que nos transporta a la edad media. No todo es playa ni lugares turísticos masificados, por eso nos apetece acercarnos a Biel, la ciudad de los relojes y de los 70 idiomas.
La industria continúa con la tradición relojera y aquí tienen su sede las marcas más famosas del mundo. Biel es la metrópoli de los relojes suizos, situada en el extremo norte del lago de Biel, justo a las faltas de Jura y rodeada de un maravilloso paisaje de lagos. Una ciudad bilingüe en la que se habla casi a partes iguales alemán y francés (aunque el primero está en horas algo más bajas). ¿Y los otros 68 idiomas? Muy sencillo, los apenas 50000 habitantes de la ciudad proceden de casi 120 nacionalidades diferentes, y se estima que podrás oír, en algún momento por sus calles casi 70 idiomas.
En su zona vieja, con sus pintorescas plazas y sus casas históricas de estilo rústico quedarás admirado por la arquitectura. Muchas de las viviendas antiguas tenían cuevas subterráneas para poder almacenar el vino durante el año. La Place du Ring es el lugar ideal para sentarse a tomar algo y observar a la gente y luego entrar en la iglesia dedicada a de San Benito de Nursia, y que tras la catedral de Berna, es la segunda más importante del cantón.
Para visitar la zona vieja hay tours guiados en varios idiomas que harán que conozcas a la perfección todos y cada uno de los rincones de esta ciudad, partiendo de su origen origen Romano. Pero también puedes coger un funicular a las montañas o decir irte de museos, ya que tienen en Neues Museum Biel, uno de Historia, otro de Arte y Arqueología y el Centre d’Art Pasquart.
Entre su industria destaca esa tradición relojera, y que todavía hoy en día se ejerce de manera tradicional. Aquí nacen los relojes Swatch, Rolex, Omega, Tissot, Movado y Mikron, de ahí que se conozca como el Valle de la Relojería. Por supuesto no pueden faltar relojes en plazas públicas. Además, en la ciudad también se han hecho un hueco empresas de otros sectores industriales y de la comunicación.
Con la relojería presente en todos lugares no se puede dejar de visitar el Omegamuseum. La que en su momento fue la marca de relojes más famosa del mundo, antes de que se publicitara ya la llevaban todas las personalidades. Se puede recorrer la historia de los últimos tres siglos a través de los más de 4000 relojes de pulsera que exponen allí, además de herramientas, fotografías y, sobre todo, el banco de trabajo en el que nació la marca hace 160 años.