Antes de llevar una granja de 40 camellos en el desierto de Dubái, Ursula Musch era propietaria de una empresa de transporte internacional en su Alemania natal.
Después de conocer a los camellos en persona y quedar fascinada con su belleza – y aprovechando su soltería y que no tiene hijos-, Musch decidió trasladarse a más de 6.000 kilómetros de su casa para cuidar y criar a unos cuantos de estos animales.
En el desierto vive sin electricidad, sin suministro de agua instantáneo y sin ningún tipo de comodidades, pero es feliz y no concibe otro estilo de vida.
Estoy casada con mi granja y mis animales. Mis amigos locales dicen que soy más beduino que ellos”, dijo.
Los camellos han hecho que la mujer haya forjado un vínculo más fuerte con la cultura local, sintiéndose como una más.
Además de criar camellos, Musch realiza sesiones de asesoramiento cultural en su granja y regenta una tienda beduina tradicional en el hotel Emirates Palace en Abu Dhabi.
Excelsior