¿Quién no ha escuchado este cantar de los vendedores de dulces en las calles de México?
A los mexicanos nos encanta comer dulces típicos mexicanos. Cocadas, palanquetas, obleas, ¡alegrías!
Cada que tenemos la oportunidad, aprovechamos para comer una nutritiva ‘alegría’.
¿Alegría? ¿Será que se llama así porque es alegre? La respuesta es… sí, más o menos.
El dulce de amaranto que llamamos ‘alegría’ es un típico dulce mexicanohecho con semillas de amaranto, miel o piloncillo y algunos frutos como pasas o nueces. Anteriormente lo mezclaban con agua miel.
Este dulce mexicano principalmente se produce en la zona de Santiago Tulyehualco en Xochimilco, Ciudad de México.
Alguna vez tuve el privilegio de visitar una pequeña fábrica de dulces de amaranto en donde aprendí el proceso de producción y parte de su historia.
Quedé maravillada con este dulce, sobre todo por las propiedades impresionantes que tiene el amaranto. Es rico en minerales, otorga muchos nutrientes y además tiene más proteína que el arroz integral, por poner sólo algunos ejemplos.
Y sí, las ‘alegrías’ son muy ricas y todo, pero ¿por qué se llaman así?
Se dice que había un Franciscano llamado Fray Martín de Valencia que llegó a Xochimilco con algunos misioneros y un día al estar en un cerro y al intentar prender una fogata, utilizaron varas de amaranto para prenderla y de pronto éstas comenzaron a “tronar” y a volverse a un color blanco.
Se dice que había un Franciscano llamado Fray Martín de Valencia que llegó a Xochimilco con algunos misioneros y un día al estar en un cerro y al intentar prender una fogata, utilizaron varas de amaranto para prenderla y de pronto éstas comenzaron a “tronar” y a volverse a un color blanco.
Se dice que había un Franciscano llamado Fray Martín de Valencia que llegó a Xochimilco con algunos misioneros y un día al estar en un cerro y al intentar prender una fogata, utilizaron varas de amaranto para prenderla y de pronto éstas comenzaron a “tronar” y a volverse a un color blanco.
Por otro lado, el investigador de la UNAM Manuel Soriana García, descubrió que las proteínas incluidas en la semilla de amaranto contienen propiedades antidepresivas.
Lo que explica el investigador es que el triptófano, un aminoácido que no producimos naturalmente, se encarga de mejorar nuestro estado de ánimo.
¿Puedes creerlo? ¡Es mucha casualidad!
Ya se me antojó comer una alegría, ¿a ti no?