Ricky Martin es una bomba. Es el culpable del descontrol de tantas chicas y chicos que se emocionan sólo con verlo salir al escenario.
Él es la prueba de que un hombre con sólo traje negro, corbata y zapatos derrite a una mujer, porque así salió al escenario del Auditorio Nacional al abrir su show: de etiqueta, bailando y cantando Mr. Put It Down en punto de las 21:00 horas de anoche. El concierto forma parte de su One World Tour.
No le costó ningún trabajo hacer que las butacas fueran un adorno, un perchero para dejar el abrigo y mover el trasero al ritmo de Shake Your Bon-Bon.
Las que sabían sacudirse de lujo eran sus bailarinas, el deleite visual para los que aman las curvas femeninas, mientras que los gays tenían a los bailarines para alegrar la pupila.
De un tirón, Ricky Martin se sacó la formalidad y presumió bíceps, tatuaje y unos brazos que provocaron que un fan en el balcón no se reprimiera y gritara: “¡de ese par si me cuelgo papito!”.
El boricua puso todo en la mesa para perrear con Adrenalina, con el sampleo de la voz del también boricua Wisin. Lastimosamente, apenas algunas chicas se emocionaron con el tema, pues la mayoría prefirió grabar con su teléfono celular y, una vez más, la tecnología mató un buen momento para armar la fiesta.
“Por lo que veo esto va a estar muy bueno esta noche. La energía está donde tiene que estar, así que vamos a volar. Mi misión es que te vayas mudo por tanto cantar y sudado por bailar”, dijo y sus palabras evidenciaron aún más el escándalo que había.
Luego el ritmo bajó. Ricky se puso una camiseta negra, dejó de alborotar la pupila y entró de lleno al corazón con Tal vez, esa balada que llega durísimo a las niñas y a las señoras que quizá las sorprendió la vida por la espalda. Se notó que las llegadoras son el hit de sus fans y el show apenas despertaba.
El motor de un Mustang se escuchó, un radio se prendió: Llegó Livin’ La Vida Locay como ya es costumbre en sus shows, la cantó en su formato en inglés mientras que la gente que se la sabía en español se quedó con las ganas de cantar toda la letra y se conformó con el puro corito pegajoso.
Ricky es un as de los cambios de vestuario. En apenas media hora de concierto el puertorriqueño ya se había cambiado siete piezas de su vestuario, siendo una falda la que más pasiones levantó.
Era imposible no escuchar a las niñas admirando sus piernas y a los gays elucubrando sobre qué había bajo la pieza escocesa.
El cantante utilizó un momento para reflexionar y mostrar a sus fans cómo la Fundación Ricky Martin ha luchado desde su formación por el bienestar de los niños en todo el mundo.
Luego, una vez más las canciones llegadoras hicieron lo suyo, pusieron sentimental a todo mundo, nostálgicos y a cantar desgarradoramente. Las culpables fueron A medio vivir, Fuego de noche, nieve de día y Vuelve, temas de antaño que siguen vigentes gracias a que hay niñas pequeñas que las podían cantar, quizá porque en casa no dejan de sonar desde hace tiempo.
“¡Bravo!”, gritó Ricky de tan emotiva respuesta que recibieron este set de canciones del corazón; incluso la gente cantó más fuerte que él y eso lo emocionó.
Como todo ser humano Ricky no es perfecto y se le olvidó la letra de Te extraño y no le quedó más que reírse, sacudir la mano y dejar que la gente cantara.
Ricky Martin dejó lo mejor para el final: Lola, María, La bomba y La copa de la vida, la canción del mundial de Francia 98 que cantó en su versión en inglés y español, siendo una de las más apasionadas de la noche y que hizo recordar al equipo galo que levantó el trofeo más codiciado del futbol.
“Quiero que desde aquí le mandemos muchas cosas buenas a ese país que está al norte en la frontera, necesitamos mandarles mucho amor en estos momentos”, dijo en alusión a la polémica elección de Donald Trump como próximo presidente de Estados Unidos.
Su show terminó a las 22:40 horas con La Mordidita.
Ricky Martin dará otro show esta noche en el Auditorio Nacional y volverá el 7 de julio de 2017.